Por- Evelyn Silva
El 23 de diciembre celebramos el natalicio de uno de los grandes autores de la literatura española, el queridísimo Juan Ramón Jiménez. Su niñez y adolescencia transcurrieron sin sobre saltos, eso sí, desde pequeño el autor de Platero y yo se destacó por obtener excelentes calificaciones. En 1896, el escritor se traslada a Sevilla para continuar su carrera universitaria. Soñando con un mundo de pinturas y lienzos, Juan Ramón descubre el mundo de la literatura durante sus visitas al Ateneo de Sevilla. Es allí donde nacerán sus primeras obras poéticas y prosas.
Sus primeras obras seguían los parámetros del Modernismo, una corriente literaria cuya intención era renovar la situación social y política, así como las tendencias artísticas del momento. La renovación en la lírica hispánica modernista consistió en una búsqueda de la belleza orgánica y los colores brillantes. La poesía de Jiménez apela a las e mociones, a los sentidos y a la inteligencia; musicalidad, metáforas provocadoras y sinestesia. El arte ignora los temas de compromiso social o la realidad circundante y se inspira en lo exótico de épocas pasadas, en la belleza, la vaguedad, el color y el ritmo.
Es durante esta época donde nace Platero y yo (1914). Este libro es una de las obras en prosa más populares de Juan Ramón Jiménez ya que nos narra, de una manera excepcional, la vida en imágenes de este borrico llamado Platero.
La narrativa que el autor utiliza para presentarnos la vida de Platero es tan suave y armoniosa que muchos en su época pensaron que era una libro para niños. Sin embargo, la intensidad de sus imágenes y la coherencia de su relato, advierten la agudeza del pensamiento del escritor. Con un vocabulario variado y rico, el lector se acerca a la vida de Platero y, a través de sus ojos, recorremos los paisajes moguereños donde Jiménez pasó su infancia. Nos adentramos con Platero, críticamente, al mundo de las corridas de toros, las procesiones religiosas y las peleas de gallo. La abundancia de metáforas permiten que la lectura sea más entretenida y vívida.
En 1956, Juan Ramón Jiménez recibió el premio Nobel de Literatura. Toda su obra recibió un gran homenaje pero siempre, Platero y yo ha recibido el mayor reconocimiento y admiración de los lectores.
Los inmigrantes habían llegado al territorio americano buscando libertad religiosa. Después de una larga travesía marítima en la conocida nave Mayflower, el grupo de 102 ingleses desembarcó en suelo norteamericano. Al poco tiempo estos hombres y mujeres de fe contaron con la ayuda de los habitantes nativos de estas tierras quienes les ofrecieron semillas para la cosecha y los enseñaron a pescar en tanto estos se adaptaban a su nueva tierra. Aunque los historiadores no se pueden poner de acuerdo ni acertar en cuanto al inicio preciso de esta celebración, la tradición popular siempre revive el encuentro entre colonos ingleses y los habitantes nativos de la tribu Wampanoag la ciudad de Plymouth, en el estado de Massachusetts en 1621. Durante la festividad ambos, ingleses y americanos nativos, agradecieron por el fin de una cosecha exitosa justo antes de la llegada del invierno.
Hoy en día esta humilde celebración se ha transformado en una gran festividad para las familias de diversos orígenes de este país. Los colores del otoño engalanan las casas norteamericanas y el aroma de la canela y la nuez moscada inundan las cocinas de los hogares. El día de acción de gracias las familias preparan platillos deliciosos pero el ingrediente principal es el agradecimiento y la oportunidad de pasar tiempo rodeados de aquellas personas que forman parte de nuestras ajetreadas vidas. Los manjares que engalanan las mesas son tan variados como los inmigrantes que vivimos en este país. Algunos hemos adoptado las recetas norteamericanas pero otros continúan celebrando con los platos deliciosos de cada rincón del planeta. Entre bocado y bocado se escuchan las risas de los niños haciendo travesuras mientras los adultos conversan haciendo un recuento de sus aventuras y peripecias cotidianas. Es el día en que todos esperamos con ansias el postre y el cafecito que harán de la sobremesa un deleite interminable. Tampoco faltarán los chistes ni la música para acompañar una velada tan agradable.
Y es que de eso se trata el día de acción de gracias, agradecer por poder compartir este día tan especial con las personas más importantes de nuestra vida.
ESPAÑA – CIRCA 1981: Un sello impreso en España muestra Juan Ramón Jiménez alrededor de 1981.