Hace meses jamás hubiéramos pensado que el COVID-19 cambiaría por completo nuestras vidas. Desde las tareas cotidianas, el trabajo, la familia, la salud y la educación, entre otros. Aunque sabíamos que esta pandemia estaría un tiempo con nosotros, nunca imaginamos que a estas alturas todavía estuviéramos ante la incertidumbre de un futuro incierto. Ante el venidero nuevo año escolar son muchos los retos que toca enfrentar.
La educación ha tenido que repensar nuevas alternativas de enseñanza ante los posibles escenarios académicos. Sin duda, esos cambios traen consigo retos y desafíos, tanto para los estudiantes como para los maestros. Ante este panorama ¿estamos preparados para enfrentar el inicio escolar? ¿Qué retos nos esperan?
Muchas instituciones educativas, todavía, no se han expresado formalmente sobre cómo se realizarán los procesos de enseñanza. Probablemente comencemos de la misma manera en que terminamos el pasado año escolar, pero no hay garantía de que esto ocurra. Existen tres posibles escenarios: presencial, en remoto y el aprendizaje semipresencial (blended learning). Los tres, suponen retos que los estudiantes, los padres y los maestros van a tener que enfrentar.
¿Cuáles son los retos del nuevo año escolar ante estos posibles escenarios?
Si las clases fueran presenciales, seguramente, el temor de muchos padres, estudiantes y maestros es saber si la escuela cumple con los recursos sanitarios esenciales; y qué medidas se están tomando para prevenir el contagio por COVID-19 antes de la reapertura.
Entre los desafíos que tendrán que enfrentar durante el inicio escolar es, velar por el cumplimiento del distanciamiento social dentro y fuera del salón de clases; asegurar que la distribución de alimentos se realice de forma segura o escalonada y siguiendo los protocolos de higiene. Además de monitorear la temperatura y realizar las pruebas de rigor al estudiantado y personal docente, entre otros.
En caso de que presenten síntomas, cómo van a manejar la situación para evitar más contagios. Sin duda, los niños de edad preescolar requieren mucha orientación y supervisión; es fundamental enseñar y promover prácticas de higienes para no poner en riesgo su salud y el contagio entre estos.
En un escenario, en que la enseñanza se realice en remoto o semipresencial la experiencia podría ser asincrónica y sincrónica. Esta formalidad es un gran desafío. Supone una planificación y organización del docente, de tal manera, que pueda dirigir al estudiante mediante una clase virtual sincrónica para que este realice las tareas correspondientes de forma asíncrona.
Además, hay que tener en consideración si el estudiante cuenta con los recursos necesarios en su hogar para poder cumplir con las exigencias educativas. La organización, el compromiso y el esfuerzo son esenciales para lograr los objetivos de enseñanza y aprendizaje.
El papel de los padres y maestros
Los padres tienen el reto de establecer horarios de estudio en su hogar. Deben proveer espacios sin distracciones y que sean acogedores, asimismo, mostrar compromiso por la educación de sus hijos.
A los maestros les corresponde enriquecer sus clases mediante videoconferencias, plataformas educativas y/o blogs que sirvan de recurso y apoyo para lograr el aprendizaje de sus estudiantes y tomar en consideración muchos aspectos al momento de evaluar y calificar las tareas. Incluso, hay que analizar en qué medida las decisiones que se tomen pueden impactar los servicios de terapia ocupacional; así como física o del lenguaje que los estudiantes con discapacidades reciben muchos de los planteles escolares.
Son muchas las interrogantes y las dudas que están sobre el tintero. Es importante valorar el hecho de que nos enfrentamos a una situación de salud sin precedentes, a nivel mundial, y tenemos que adaptarnos a esta nueva realidad. La decisión que se tome debe velar, primordialmente, por la salud pública, mental y emocional de toda la población.
Hay que evaluar los riesgos y medidas que se implementarán este nuevo año escolar, para garantizar la seguridad escolar; sin olvidar que existe una brecha educativa que pone en desventaja a aquellos estudiantes que carecen de los recursos y medios que otros gozan.
Por – Linda Ojeda
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