Evelyn Silva
Después de un mes recorriendo América Latina, el Caribe y España a través de sus fiestas encontramos que estas celebraciones tienen muchos elementos en común. Sin embargo, lo más importante es que forman parte de la tradición cultural y folclórica de cada región. La mayoría de estas festividades tienen lugar días o semanas antes de la Cuaresma judeo-cristiana, por lo cual, todas están ligadas a la tradición religiosa heredada de los españoles. Incorporando ceremonias, vestuarios o imágenes que representa las culturas prehispánicas y africanas, los carnavales y celebraciones son una expresión creativa y divertida del entusiasmo popular. En todas ellas las personas desbordan alegría, recorren las calles y bailan en las esquinas compartiendo sus risas y sus experiencias personales. No pueden faltar los disfraces, las máscaras, las banderas, los coloridos estandartes, la música y los fuegos artificiales.
Los carnavales son un recuento de las tradiciones y de la historia de los pueblos. Además, estas festividades nos recuerdan nuestras culturas son una mezcla de hábitos y costumbres importadas de África y de Europa que un día se encontraron y se dieron la mano con las culturas prehispánicas que habitaban el continente americano. Un ejemplo de esta amalgama cultural es el carnaval de Oruro que se celebra en la víspera del día de la Virgen de la Candelaria y donde se danza la Diablada, un baile que, según los historiadores, tiene sus raíces en los rituales realizados por la civilización uru situada en el altiplano andino hace 2000 años. Los uru danzaban un baile conocido como el Llama llama en honor al dios Tiw. Lo mismo sucede con los carnavales que se celebran en el noroeste argentino. Estos todavía conservan los ritos de las civilizaciones prehispánicas como el desentierro y el entierro del diablo de carnaval.
Hacia el Caribe, las celebraciones carnavalescas se han enriquecido con la música e instrumentos musicales de origen africano. La conga, los tambores, los cantos, la comparsa arrolladora, las carrozas repletas de bellas mujeres, entre otros, son ingredientes esenciales para estas fiestas multitudinarias. Estas manifestaciones festivas contribuyeron a preservar las culturas de los esclavos traídos de África.
Por su parte, las festividades en la península española se han nutrido de la presencia de inmigrantes de distintas nacionalidades. El carnaval de Canarias es una de las fiestas que acogido a pobladores de diversa procedencia y que posee un marcado acento italiano gracias a una oleada de inmigrantes genoveses que se trasladaron a la isla hace más de quinientos años. Reconocido internacionalmente por sus elaboradas máscaras, el carnaval canario culmina con el entierro de la sardina que simboliza la erradicación de todos los males y el renacer de una nueva época del año. El fuego en esta celebración es símbolo de renovación, y lo mismo sucede durante las fallas de Valencia. Los ninots y fallas son incendiados en las hogueras para celebrar y conmemorar el día de San José y la llegada de una nueva estación, la primavera.
Las celebraciones populares siempre son recibidas con mucha alegría por la población y las ciudades se preparan para ofrecerles a los habitantes y visitantes los más hermosos espectáculos culturales. En las actividades participan niños, jóvenes y adultos. Es un evento lleno de colorido y repleto de tradición.