Por- Maria J. Fierro-Treviño
Recuerdo de niña los tamales que hacían mi abuelita y mamá para la Navidad. Aunque mi abuelita hacía tamales todo el año para vender a los restaurantes mexicanos, los tamales de Navidad siempre eran los más sabrosos y especiales.
Empezaban remojando el maíz en agua con cal. Esto era un proceso de 24 horas. Al siguiente día, abuelita se ponía de rodillas delante del metate, sacaba el maíz de la bandeja y con la mano del metate, ella molía el maíz hasta que hacía el nixtamal.
Era trabajo muy pesado para ella pues tenía 85 años. Todavía la puedo mirar jorobada sobre el metate, sus dedos gruesos y arrugados por su edad pero fuertes para manejar la mano del metate. Tenía su pelo canoso en un chongo y traía puesto su delantal floreado.
Mientras abuelita preparaba la masa, mamacita preparaba el chile. Comenzaba tostando el chile rojo en el comal. Después de tostarlo, lo envolvía en toallas mojadas para que se le despegara la cáscara al chile. Cuando lo ponía en la licuadora, el aroma del chile se olía por toda la casa. Teníamos que salirnos afuera para escaparnos del fuerte olor que nos picaba la garganta. Si cierro los ojos, todavía puedo sentir el chile que me pica la garganta.
Al mismo tiempo que preparaba el chile, mamá cocinaba la carne de puerco para los tamales. La cocina era pequeña y estaba llena de bandejas y masa y carne y hojas y todo lo que se necesitaba para los tamales. Era un caos bien organizado.
Era una tarea de muchas horas y mamacita me dejaba ayudar a hacer los tamales. Embarrábamos las hojas con la masa y después le poníamos la carne. Mis tamales no salían tan bonitos como los de mamá. Los tamales más sabrosos eran los tamales dulces. ¡H-M-M-M-M! Estos tamales tenían pasas, piña molida, nueces o almendras y unos tenían coco. ¡H-M-M-M-M! Los puedo probar todavía. ¡H-M-M-M-M!
Poco a poco se está perdiendo el arte de hacer tamales en casa. Mi cuñada todavía tiene tamaladas y yo le ayudo. Ya no usamos el metate y la mano. Ella compra la masa y la prepara con manteca y usa chile de polvo. Todas ayudamos a embarrar las hojas y hacemos como 15 docenas de tamales de puerco, frijoles con queso y unos tamales dulces. ¡H-M-M-M-M! ¡No hay nada como los tamales de Navidad!