En los últimos años la educación se ha transformado de forma acelerada. Solo basta observar y comprender lo que está ocurriendo en el mundo actual. Factores económicos, políticos, sociales y tecnológicos han propiciado en el futuro de la enseñanza, tendencias y desafíos que valen la pena reseñar.
Después de la pandemia por el COVID 19, la tecnología ha tenido un papel protagónico en el campo de la ensenanza. La educación se alejó de los currículos tradicionales y se ajustó a las necesidades de las nuevas generaciones que buscan un currículo más innovador, pertinente y flexible que les permita aprender a su propio ritmo.
La tecnología asume un rol fundamental en las nuevas tendencias educativas. La enseñanza del futuro implica una participación activa del alumno. De ahí, que la enseñanza híbrida explore nuevos formatos y metodologías de enseñanza-aprendizaje. El docente ya no es un transmisor de información, ahora se convierte en un facilitador que guía a los estudiantes a construir su propio conocimiento mediante la búsqueda, la investigación, el análisis y el pensamiento crítico.
Otra tendencia que se observa con más ímpetu en los procesos de enseñanza-aprendizaje es el uso de la inteligencia artificial como herramienta para resolver problemas de índole académico. También, surgen tendencias educativas que se enfocan en las habilidades particulares de cada estudiante, así como el aprendizaje colaborativo.
Sin embargo, estas nuevas tendencias en la educación implican grandes desafíos tanto para alumnos como para docentes. La demanda en la formación digital y tecnológica requiere de un uso responsable y seguro para crear experiencias de aprendizaje sostenibles y equitativas. Por eso, es preciso priorizar una participación comprometida en reducir las brechas de innovación educativa.
La participación comprometida tiene que ir más allá del plantel escolar. Es decir, que la comunidad de padres y tutores deben asumir un rol importante en este proceso. A veces, la resistencia comunitaria, bien sea por desconocimiento o por falta de interés, impide que se pueda alcanzar el éxito de un currículo innovador.
Por último, hay que encaminar la educación hacia una inclusión más equitativa y justa para la población estudiantil. Y esto implica que se desarrollen nuevas metodologías de enseñanza que propicien espacios de aprendizaje que puedan garantizar el desarrollo pleno de cada uno de los estudiantes. El mayor desafío para la educación es enfrentarse a las nuevas necesidades del aprendizaje.
Por Linda Ojeda
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